Month: June 2016

Salud emocional

¿Qué es la salud emocional?

La salud emocional (y, en general, la salud mental) es un concepto amplio relacionado con la forma en que nos sentimos, pensamos o actuamos en nuestro día a día.

Una buena salud emocional implica un estado de bienestar psicológico en el que el individuo se siente bien, puede desarrollar sus capacidades, afrontar las situaciones cotidianas de estrés sin hundirse, tener relaciones satisfactorias o trabajar de forma eficiente. Se relaciona, pues, con aspectos como estar motivado y tener energía, seguridad y autoconfianza, o tranquilidad y autocontrol, entre otros.

Es, por tanto, mucho más que sufrir una enfermedad de salud mental (como una depresión, un trastorno de angustia, etc.) y nos ayuda a poder hacer frente de forma satisfactoria a los retos y también a los altibajos diarios.

 

Factores protectores y factores de riesgo

Nuestra salud emocional puede verse afectada por muchos factores, algunos de los cuales la refuerzan (llamados factores protectores) y otros le afectan de forma negativa (llamados factores de riesgo). De alguna manera, podríamos decir que estos factores nos harían más fuertes o más débiles, respectivamente, frente a los problemas o dificultades.

En términos generales, podemos hablar de:

  • Factores de la persona: como las características psicológicas, el estilo de vida o también la predisposición genética de la persona.
  • Factores relativos a las redes sociales cercanas: como la familia, los amigos o la propia comunidad (en su capacidad de ofrecer soporte o fomentar la inclusión y la participación).
  • Factores de la propia sociedad: como la cultura o las políticas públicas de trabajo, sanidad, etc.
  • Algunos factores protectores son, por ejemplo, el hecho de tener una red social que apoye o el hecho de mantener unos hábitos de vida saludables. Por otra parte, hacer un consumo irresponsable de drogas o vivir en una sociedad con una cultura que estigmatiza a las personas con problemas de salud mental son algunos ejemplos de factores de riesgo. Es importante tener en cuenta que las personas tienen diferentes sensibilidades ante los factores de riesgo y protección, y que estos pueden afectar más a unas personas que otras.

Hoy sabemos que muchos de estos factores se pueden modificar logrando cambios positivos y estables en el bienestar psicológico de las personas.

Si bien algunos de los factores son externos al individuo y requieren acciones conjuntas desde las comunidades o instituciones, se ha visto que cada persona también puede realizar cambios para mejorar su bienestar, reduciendo la exposición a algunos de los factores de riesgo y incrementando el contacto con los protectores. De hecho, cada vez tenemos más evidencia de que los hábitos, comportamientos y estilos de vida de las personas pueden tener un efecto beneficioso en la salud emocional.

Factores salud emocional

 

Consejos para cuidarse

Tal como sucede con otros aspectos de la salud, como con la cardiovascular o la respiratoria, la persona puede influir de forma positiva en su salud emocional y actuar para mejorarla en lo posible.

Es importante tener claro que no existe una receta única, ya que, como hemos dicho, cada persona tiene unas predisposiciones particulares y también una situación personal y unas condiciones de vida determinadas.

Sin embargo, hay un número de acciones que son aplicables a la mayoría de la gente de todas las edades, y se engloban en lo que llamamos hábitos saludables para el bienestar emocional. Estos incluyen aspectos como el estilo de vida, las relaciones personales o las actividades que hacemos.

Siempre que sea posible, es recomendable intentar complementar estas pautas generales con una reflexión personal sobre las cosas que consideramos importantes para nuestro bienestar emocional y que quizás deberíamos priorizar más en nuestro día a día.

En términos generales, podemos considerar como una buena receta intentar aumentar el tiempo dedicado a acciones que ya hacemos y sabemos que mejoran nuestro bienestar (y también reducir lo que le perjudica) con el inicio de alguna actividad nueva y motivadora. Esta combinación puede ser más fácil de llevar a cabo que intentar incorporar un conjunto completo de actividades nuevas o de cambios en nuestros hábitos.